Nunca te diste contra la pared
Nunca te diste contra la pared
nunca
dijiste ¡ooohhh, qué hermosa pared!
Ni
fuiste obnubilada
-advertida
por propios y extraños-
a
dártela de frente.
Nunca
sentiste cómo se conjuga
la
belleza del ladrillo visto
con la dureza del concreto encuentro
¡Ahhh,
pero quién te quita el espejismo bailado!
Nunca
sentiste la pintura descascarada pegoteada al cuerpo
ni
tampoco nunca jamás raspada, te levantaste
volviste
a tomar envión
convencida
de
que la ablandaste
de
que el sobrehueso o el sobrecardio
protegería la apocada vulnerabilidad.
Nunca
te diste contra la pared
ni
tampoco
le
diste contra la pared.
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