Literal

  Una palabra trae a la otra, me dijo mi editor, como animándome ante el bloqueo persistente que me provocaba la página en blanco.

 —No me vengas con lugares comunes —le respondí ofuscado.

 —Leonardo —repitió—, te lo digo en serio. Esto nada tiene de común, es extraordinario. Levantá la cabeza y mirá lo que tenés en frente: una palabra trae a la otra.

 Saqué la vista de la mesa y las vi caminando de la mano por la vereda tranquilamente ante el desconcierto de los transeúntes. 

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