De la cabeza
Cuando quiere, es una muy buena compañera: atenta, prolija, serena y creativa, incluso generosa con los tiempos y las palabras que me dedica.
Pero en sus malos días no la aguanto, se vuelve insoportable: terca en sus obsesiones y vueltera en las decisiones. Duele, de tanto romperme la paciencia.
Lástima que no me la puedo sacar de encima.
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